Durante los encuentros suelen haber comentarios provocadores. Sergio, un hombre que constantemente buscaba llamar la atención del grupo, en esta ocasión quería pelear. Llegó a la sesión como habitualmente lo hacía: acompañado de un café, mismo que en muchas ocasiones derramaba accidentalmente en la alfombra de la sala. Cuando eso sucedía fingía no darse cuenta y tampoco hacía nada por reparar la acción. Esta vez, no fue la excepción.