Un blog de la Dra. Natalia Ruiz inspirado en los Grupos de Desarrollo de Conciencia de Semiología de la Vida Cotidiana.

Dra Natalia Ruiz de Otero

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Durante los encuentros suelen haber comentarios provocadores. Sergio, un hombre que constantemente buscaba llamar la atención del grupo, en esta ocasión quería pelear. Llegó a la sesión como habitualmente lo hacía: acompañado de un café, mismo que en muchas ocasiones derramaba accidentalmente en la alfombra de la sala. Cuando eso sucedía fingía no darse cuenta y tampoco hacía nada por reparar la acción. Esta vez, no fue la excepción.

Habiendo transcurrido los primeros minutos de la reunión, Sergio le dijo a Julio que sus intervenciones no eran coherentes, así que mejor, debería de hacer un esfuerzo por llegar a tiempo para evitar salirse del tema. Después, se inclinó hacia delante para reprocharle a María que lo que había dicho la sesión pasada, respecto al enojo y la depresión, le parecía un disparate. El grupo parecía no incomodarse, a primera vista pudieron advertir que lo que buscaba Sergio, como muchas otras veces, era reñir. Literalmente derramaba su agresión durante los encuentros, tal vez, para Sergio, provocar al otro era la forma en la que aprendió a participar en su familia. Pero esta reflexión apuntaba a una verdad aún más profunda, ¿qué sería aquello que Sergio necesitaba ocultar detrás de su ira, abierta y por momentos encubierta?

A veces, agredir es una manera de evitar que el otro lo haga primero. Es una forma de controlar nuestra distancia frente a los demás. Sergio, sin darse cuenta, se esmeraba en provocar la rabia del grupo, porque así era la forma en la que aprendió a ser tomado en cuenta por sus padres: haciéndolos enfurecer.

Complementa la lectura con la reflexión final de la Dra. Ruiz de Otero, en audio o video.

Sin embargo, hay ocasiones en que el enojo, el silencio, la soberbia, entre muchas otras actitudes, esconden una enorme tristeza, la tristeza del vacío y la desolación.

Sergio pudo ver que el tamaño de la mancha de café en la alfombra hablaba de qué tan grande o pequeña era su necesidad de apartarse de mí, ya que en este espacio, yo le representaba una figura de autoridad. Pero además, simbolizaba la tristeza que le provocaba darse cuenta de que la herida de sentirse ignorado por sus padres, no iba a desaparecer. Cada vez que agredía, intentaba destruir esa emoción melancólica que se había vuelto muy poco tolerable para él.

Para muchas personas desplazar su agresión sobre las pertenencias del terapeuta o sobre las de alguien más, es menos amenazante que tener que hacerlo de forma frontal, es la manera en la que se protegen de hablar de su tristeza. Es decir, tirar el café accidentalmente nos puede ocurrir a cualquiera, pero tirarlo, manchar algo y no hacer nada al respecto cuando el daño es evidente, puede apuntar a una agresión pasiva.

Fue así que Sergio logró contactar con su mundo interno: “Siempre me sentí ignorado por mis padres. Hoy puedo ver que incitando su ira esperaba que me voltearan a ver; también descubro que el resentimiento que les he guardado durante tanto tiempo, se lo he querido cobrar a todos los que me rodean”.

El grupo también pudo ver cómo para ellos era más fácil fingir que no veían esta conducta en Sergio. Es decir, si el grupo hacía notar las manchas de café que Sergio dejaba, entonces se exponían a la posibilidad de que también a ellos les reflejaran sus imperfecciones. Por momentos, el grupo se alía estratégicamente sin darse cuenta, eludiendo ser delatados frente a su propia conflictiva. En el grupo esta conducta suele responder al dicho popular de: “hoy por ti, mañana por mí”.

Lo ocurrido con Sergio permitió que el síntoma se diluyera entre los presentes, llevándolos a hablar de cómo todos en algún momento de la vida vamos derramando conductas que además dejan marcas que fingimos no ver, y peor aún, que ni siquiera intentamos reparar.

La experiencia de Sergio se convirtió en la necesidad del grupo por hablar de su vacío en lugar de actuarlo, generando en los participantes epifanías como las siguientes:

“Ahora que me lo hacen ver, me doy cuenta de cómo he preferido derramar mi silencio antes que decirle a mi esposo lo enojada que me siento con él, y son esas manchas de mi incapacidad para hablar las que cada vez nos separan más”.

“Según yo, mi nuera me era indiferente, pero ahora entiendo porque se ha alejado tanto de mí; cada vez que me deja a sus hijos, olvido alguna instrucción que me da. Creo que necesito hablar de la agresión que sin darme cuenta he derramado con ella, por no querer ver lo que en realidad me provoca”.

“Me doy cuenta de que la intolerancia que derramo en el grupo es la misma intolerancia que derramo con cualquiera, prefiero agredirlos antes de que me descubran vulnerable”.

El espejo de la técnica grupal

La agresión pasiva es una actuación que aparece como consecuencia de no haber podido expresar de forma espontánea el enojo o la frustración frente a alguna situación de adversidad. Suele estar relacionada a un proceso pendiente con alguna figura de autoridad. La agresión, ya sea pasiva o activa, generalmente intenta ocultar una enorme tristeza (Murphy & Hoff, 2005).

La meta común a trabajar dentro del grupo es lograr que los participantes verbalicen sus emociones evitando caer en actuaciones. Sin embargo, en los primeros encuentros, es esperado que el grupo busque defenderse de contactar con su mundo interno a través de diferentes comportamientos, como pueden ser: intentar convertir las sesiones en un espacio aparentemente legítimo, para hacer amigos, hablar de la teoría, contar chistes o incluso convertirlo en el lugar ideal para tomar “café y galletas”; es decir, cualquier actividad que los distraiga de ellos mismos. Naturalmente, a medida que los participantes empiezan a experimentar, por identificación con los demás, la necesidad de abrirse y contactar con sus emociones, las defensas empiezan a ceder. Cuando el grupo puede hablar de lo que está ocurriendo y de lo que están sintiendo: habemus grupo.

Todos podemos vernos reflejados en estos espejos…

Lo sucedido en esta sesión nos permite comprender que no somos ajenos a la realidad de nadie. Todos los seres humanos derramamos actuaciones al ignorar los estados de ánimo que nos gobiernan. Muchas de nuestras conductas se convierten en síntomas que pueden alertarnos de que algo no está bien con nosotros mismos. Los olvidos, la pasividad, el silencio, la falta de compromiso, entre muchas otras conductas, pudieran ser actuaciones de aquellas emociones de enojo o frustración que no hemos logrado metabolizar adecuadamente, provocándonos una enorme tristeza que ni siquiera logramos advertir. Tal vez estos espejos orquestados por Sergio, te permitan reflexionar sobre cómo, secretamente, has intentado ocultar tu desolación detrás de conductas disfuncionales.

Complementa la lectura con esta reflexión en audio o video.

Comparte tu opinión

La agresión, además de ocultar la tristeza ¿qué otras funciones crees que tiene para el ser humano? ¿Consideras que una persona puede llegar a ser violenta sin necesariamente haber sufrido violencia en su vida? ¿De qué manera crees que la frustración y la agresión pudieran estar relacionadas?

Referencias Bibliográficas

  • Murphy, T., & Hoff, L. (2005). Overcoming Passive-Agression. Cambridge: Life Long.
  • Vives, J. (2013). La Muerte y su Pulsión. México: Paidós.

Texto: Natalia Ruiz / Ilustración: Diego Zayas

43 Comentarios

  1. He observado en mi que el enojo (trizteza), que hay en mi, no la expreso si no la introyecto, esto me hace bloquearme y destruir lo construido en mi vida diaria. Gracias a la auto observación he logrado desvanecer este guión aprendido. Gracias. Un abrazo, es un buen ejercicio este espacio.

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      Natalia Ruiz de Otero

      ¡Hola Sergio! Qué importante lo que dices, utilizar la auto observación como herramienta fundamental para voltear a ver nuestra tristeza y aprender a tolerarla. ¡Mucha gracias!

  2. Estuve en un grupo de desarrollo conciencia, justo cuando iniciaron. Creo que además de ocultar tristeza, la agresión también oculta el miedo. A que? no lo sé, quizá al rechazo? Me movió mucho esta reflexión porque esto me sucede con mi hijo. El tiene 23 años y justo terminó la carrera de Psicología. Es pasivo.Su agresión es pasiva. Y efectivamente es evidente su falta de compromiso. Y no podemos tocar el tema porque cree que lo sabe todo.

  3. Yo viví desde niña en un ambiente violento con mi madre. Creí que siendo lo más tranquila ella podría convencerse de cambiar. No fue así. Y sin embargo me busqué una pareja energética. Ya sabrán lo que estoy aprendido. Buscamos lo que necesitamos resolver

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      Natalia Ruiz de Otero

      ¡Muchas gracias por compartirnos tu experiencia! Es cierto, otros vínculos similares en contextos diferentes en ocasiones resultan muy reparadores. ¡Saludos!

  4. La agresión además de ser una conducta que oculta tristeza, pienso que sirve como un reflejo ante alguna situación de peligro.
    Sobre sí las personas pueden llegar a ser violentas, pienso que sí. La agresión no precisamente es aprendida en casa, más bien lo podemos observar fuera del núcleo familiar,en la sociedad misma, en dónde se vive agresivamente por un descontento colectivo.
    La relación entre agresión y frustración, pienso que están relacionadas por el hecho de que en tu interior en un estado de desequilibrio por querer hacer algo y no poder, ya sea que sientes tristeza y no logras expresarlo de forma inmediata o asertiva, comienzas a ser agresivo contigo mismo y al mismo tiempo cargando a otros de la misma sensación que mantienes.
    Muy buen artículo, espero leer más a menudo!

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      Natalia Ruiz de Otero

      Hola Jessica, ¡muchas gracias por tus comentarios! Me parece muy interesante lo que mencionas en relación al imaginario colectivo en el que nos vemos inmersos y del que aprendemos diversos estilos de agresión. ¡Saludos!

  5. Hola, Que tal… antes que todo, agradezco mucho este blog que en lo personal me espejeó muy bien.

    Y compartiendo mi opinión, en base a mi poca experiencia…

    * Considero que la agresión, además de ocultar la tristeza, sirve también como un medio de defesa, ante un nudo o proceso pendiente no descubierto y mucho menos resuelto, ya que una vez que éste se descubre, se trabaja, se comprende y se libera, la agresión va disminuyendo gradualmente.

    * Considero que una persona si podría ser violenta sin necesariamente haber sufrido violencia en su vida, ya que también depende en parte de su glándula maestra, su énfasis genético y su edad del alma.

    * Finalmente creo que la frustración y la agresión sí pueden estar muy relacionadas, ya que cuando una persona espera que las cosas sean como ella piensa, cree o desea, automáticamente sale la agresión, que no es más que una autoagresión que se ve reflejada en el otro, y cuando nos generamos dicha expectativa y no se cumple, entonces enfurecemos. Por eso haciendo referencia a un aforismo de Semiología de la Vida Cotidiana recordemos que: “Aquel que se genera expectativas, crea frustraciones” ARS. y normalmente una frustración se ve reflejada en una agresión.

    Agradecería mucho su retro….saluditos!

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      Natalia Ruiz de Otero

      ¡Hola Ana Laura! Me parece muy importante todo lo que dices. Especialmente lo relativo a las expectativas no cumplidas. Como bien señalas, pueden convertirse en una gran fuente generadora de frustraciones que al no estar preparados para tolerarla se traducen en agresión, ya sea dirigida o auto dirigida. ¡Muchas gracias por tus comentarios!

  6. Wow Natalia! He escuchado tu viñeta unas 10 veces. No me canso. Estás describiendo una parte no resuelta de mi vida. ¿Por qué soy objeto de las agresiones pasivas y no pasivas de personas que yo quisiera que me quisieran. ?

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      Natalia Ruiz de Otero

      Hola Beatriz, ¡gracias por tus comentarios! Qué interesante descubrir que a veces provocamos en el otro lo contrario de lo que nos gustaría recibir, por lo que vale mucho la pena detenernos a reflexionar en ello. ¡Saludos!

  7. Considero que el enojo puede funcionar como auto-protección.
    Me asumo solitaria con tendencia al aislamiento, la sensibilidad está a flor de piel por lo cual si me vivo invadida reacciono con enojo. He trabajado mucho en ello, sin embargo para la actividad que realizo es idónea por tanto inhibirla no es buena elección.
    Estudie el diplomado y terminé en el 2004. Saludos

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      Natalia Ruiz de Otero

      ¡Hola Rosario! Tienes razón, el enojo puede ser una defensa contra la susceptibilidad. Me parece muy interesante lo que compartes en relación a que a veces hacemos esfuerzos por cambiar, sin embargo, es paradójico sentir que esa conducta también nos ha traído un beneficio a nuestra vida. ¡Saludos y gracias!

  8. Natalia, muchas gracias, tu blog me cayó del cielo, tengo semanas desarrollando una creciente agresión hacia todo y hacia todos ocasionada por una enorme frustración por un rompimiento profesional. Únicamente lo había ubicado como un enorme miedo y desesperanza frente a mi vida a mis 62 años. No quería verme como el viejito cascarrabias y era solo eso en lo que me convertía día a día. Gracias a tu acertada y profunda enseñanza, recordé tantas cosas de los cursos con el Teacher Alfonso, que creo, espero, me sea fácil rectificar el rumbo, como me fue de fácil entender lo que me pasa. Ya comprendí mi furia hacia la autoridad en general, hacia cualquier persona o cosa que parezca “jefe” o “mandamás” desbordando mi agresión hacia los demás. Empezaré por pedir disculpas por mi agresividad, luego aceptaré mi profunda tristeza, abriré la puerta a quien me quiera apoyar a lidiar con ella, hablando y siendo sincero, franco y humilde e iniciaré el camino hacia la esperanza. Muchas gracias.

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      Natalia Ruiz de Otero

      Hola Jesús, ¡gracias por compartirnos tu testimonio! Me parece muy importante todo lo que nos dices, porque nos haces reflexionar sobre el beneficio que tiene, no sólo entender lo que nos ocurre, sino aceptarlo. Es a partir de ahí que podemos dejar de repetir para movernos a reparar. ¡Saludos!

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      Natalia Ruiz de Otero

      Hola Pilar, gracias por tu pregunta. Independientemente de que sería adecuado que un especialista diera su opinión sobre el caso particular, es interesante ver cómo algunas personas utilizan el dolor físico para protegerse del “dolor emocional”. ¡Saludos y gracias por tus comentarios!

  9. Hola este tema realmente me extraño y me sacudió ya que yo tuve una relación con mi madre de su parte hacia mi de indiferencia y creo de competencia. Soy poco agresiva pero siempre estoy a la defensiva en todos los ámbitos, soy soberbia. Pero como puedo empezar con este proceso de auto análisis interno y del conocimiento de mi misma. Felicidades excelente tema

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      Natalia Ruiz de Otero

      Hola Isabela, me parece que lo que nos dices es un paso importante dentro del proceso que mencionas: darnos permiso de sentirnos sacudidos. Hablar de lo que nos ocurre en el contexto adecuado, siempre puede ayudarnos a ampliar la perspectiva de nosotros mismos. ¡Saludos y gracias por tus comentarios!

  10. Hola Natalia, me es muy grato leer un blog así, y aunque he tomado algunos cursos de Semiología de la Vida Cotidiana, es maravilloso poder darle seguimiento a lo aprendido con este material, y a transformarlo en un gimnasio de auto-conocimiento al que hay que recurrir constantemente, para ubicar, reparar y crecer.

    A lo largo de mi vida he notado que cuando mis seres queridos o yo misma actuamos con agresividad, casi siempre es para ocultar profundos miedos. Es una forma de sentir que tienes el control ante situaciones que más bien sientes que te rebasan o llenas de incertidumbre. Se me hizo chistoso ver hace algún tiempo un documental de Animal Planet donde explicaban que muchos animales pequeños o delicados, desarrollan un camuflage o un aspecto aterrador ante un posible depredador para que éste los crea peligrosos y no ose a perseguirlos. En lo profundo es su mecanismo de defensa porque sabe que de ser enfrentados con el depredador muy probablemente morirían. Creo que es algo que traemos muy adentro y en Antropología se presenta en distintas civilizaciones.

    gracias y seguiré pendiente de todos tus posts!!!

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      Natalia Ruiz de Otero

      ¡Hola María! Me parece muy interesante la analogía que haces de las defensas del ser humano con el camuflaje que utilizan algunos animales pequeños o delicados para protegerse del peligro. Es cierto, de pronto parece que respondemos instintivamente. ¡Saludos y gracias por compartir tu reflexión!

  11. Además de ocultar tristeza sirve para protección de las personas que somos vulnerables, primero ataco para que el otro sepa que yo también se defenderme o para dar temor tratar de ser más fuerte que el otro. Considero que si hay personas que pueden ser violentas a pesar que en su niñez no sufrieron violencia, creo es por su glándula. La frustración nos lleva a la agresión debido a la emoción que sentimos, es una forma de contra restar la impotencia de no saber porque estamos realmente frustrados.

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      Natalia Ruiz de Otero

      ¡Hola Fabiola! Es cierto, la frustración es una emoción que ante nuestra dificultad para acomodarla nos provoca responder con agresión, cuando logramos simbolizarla (representarla mentalmente o hablar de ello), es que podemos tolerarla y por lo tanto evitamos actuarla. ¡Muchas gracias por tus comentarios!

  12. Hola Nat ! qué gusto leerte. Que interesantes las viñetas y los videos.
    Además de reflejarme en el espejo,
    Me doy cuenta de que cada día estoy más encantada con los grupos de desarrollo de conciencia.
    Muchas felicidades por este nuevo proyecto.

  13. Jorge A Tenorio Coronado

    Gran herramienta, la auto-observación, ojalá pueda incorporarlo a mi vida cotidiana como cualquier otras de mis acciones para ser una mejor persona, gracias Natalia y gracias a ARS por tanta enseñanza.

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      Natalia Ruiz de Otero

      ¡Hola Jorge! Qué importante lo que mencionas sobre ir incorporando nuevas herramientas a nuestra vida que nos permitan disfrutar de nosotros mismos. ¡Gracias por tus comentarios!

  14. En este proceso de toma de conciencia que estoy experimentando, apenas me permití reconocer y sentir tristeza; a los ojos de los demás siempre he sido una persona enojona, y ahora veo que en realidad se trata de no haber podido expresar en su momento la falta de atención y de conexión por parte de mis padres. Fui la hija “bien portada” que cumplió con las expectativas de mi madre, dejando de lado el reconocimiento de mi propia identidad.
    Hoy en mi vida adulta, me “enoja” que no me pongan atención, que no me escuchen, que no se hagan las cosas como yo quiero.
    Espero seguir desahogando todo lo que no he sentido ni hablado por tantos años.
    Gracias por el blog Natalia.

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      Dra. Natalia Ruiz de Otero

      ¡Hola Belén! Qué importante reflexión la que nos compartes. Las etiquetas que nos colocan nuestros padres o familiares llegan a influir especial en nuestra vida. Me da mucho gusto saber que te estás dando la oportunidad de descubrir que sentir tristeza no implica ser una “niña mal portada”, es simplemente ser tú. Comprender que aquella etiqueta en su momento te pudo haber servido por las gratificaciones que recibías, pero que hoy se ha vuelto un peso y por lo tanto, su función, ha caducado. ¡Gracias, ha sido un privilegio leerte!

  15. María Guadalupe Aguilar Montoya

    Me senti identificada, siempre que enfrento una situación adversa actuo agrediendo o a la defensiva y me espejie, en mi juventud actué siempre confrontando a mi padre que fué un hombre muy violento al interior de la familia, y hoy principalmente con mis hermanos y hermanas actuo así confrontandolos, será que jugue un papel que no me competía mamá murio y yo me quede en casa asumiendo su papel, hago conciencia que todavía me afecta intervenir en situaciones de la familia, gracias por apoyarme y darme cuenta de lo que me sucede a actuar violenta ante esas situaciones fué lo que me sirvió en aquel tiempo para enfrentar a mi padre, hoy veo que no me compete ya seguir ese rol.

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      Dra. Natalia Ruiz de Otero

      ¡Hola María Guadalupe! Tus epifanías me parecen maravillosas, gracias por compartírnoslas. Tienes toda la razón cuando dices que muchas de nuestras actitudes se vuelen una coraza defensiva para adaptarnos a las circunstancias que nos rodean, incluso, sobrevivir a ellas. Con el tiempo las cosas cambian, nuestro contexto es otro, sin embargo, seguimos defendiéndonos de la misma manera. Me parece de lo más importante que te hayas dado cuenta de esto. Se trata de hacer el ejercicio deliberado de separar el pasado con el presente, que cuando el impulso quiera volver a salir, podamos descubrir que el contexto ya es otro, por lo tanto, es posible responder de manera diferente. ¡Saludos y gracias por tus comentarios!

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      Dra. Natalia Ruiz de Otero

      ¡Hola María Guadalupe! Me parece muy importante lo que nos compartes. Como bien dices, muchas veces adoptamos conductas de nuestro agresor sin darnos cuenta, pero que funcionan como una defensa para no sentirnos pequeños ante una figura tan amenazante. Tu conclusión es maravillosa, justamente darnos cuenta que hay cosas que nos sucedieron “allá y entonces” y que el gran reto es separarlo del “aquí y el ahora”.¡Saludos y gracias!

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      Dra. Natalia Ruiz de Otero

      ¡Hola Luisa! Es fundamental lo que mencionas, ¡mirar la realidad sin miedo!, al contrario, con esperanza. ¡Saludos y gracias!

  16. Yo he notado que soy agresiva cuando tengo miedo a que me lastimen, el miedo ha llegado a paralizarme y distorsionar mi realidad haciéndome creer que me agrederán entonces he reaccionado con violencia. Bien recuerdo una vez que entre en crisis y comencé a tirar cosas entonces mi papá se acercó a tranquilizarme y que no me haga daño pero yo estaba convencida me haría daño y termine por golpearlo y morderlo, tuve un flashback donde veía al hombre que me agredió sexualmente cuando era niña.

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      Dra. Natalia Ruiz de Otero

      ¡Hola Lili! Muchas gracias por compartirnos tu experiencia. Sin duda, hay escenas de la infancia que en su momento fueron muy duras de asimilar. Muchas veces cuando nos encontramos ante circunstancias que toman una forma similar, vemos la oportunidad de saldar facturas pendientes del pasado. Hacerlo consciente, como tú lo has logrado, permite que la autoobservación cobre un mayor sentido, porque estás atenta a la conducta que necesitas transformar en ti. ¡Saludos, ha sido muy enriquecedor leerte!

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