El Hilo de Ariadna de la democracia mexicana.
«Esto es el esplendor de la democracia. El respeto a la diversidad de voces y a las mayorías, que son las más genuinas representantes de la voluntad popular, fue un logro trascendente. Un gran espejo colectivo de nuestro propio rostro como nación».

El riesgo latente era inmenso. Se palpaba en la atmósfera. Lo que presagiaban las precampañas y las campañas, con sus ataques, sus golpes bajos, sus insultos y su guerra sucia de estadísticas y fake news, no era nada promisorio. Se intuía la posibilidad de un fraude o sabotaje de la jornada electoral. El clima de tensión y polarización social iba en aumento. Pensábamos que esta crispación social podía desembocar en una crisis violenta cuando la gota derramara el vaso.

Pero lo que pudo terminar en un estallido social si se hubiesen atrevido, una vez más, a intentar imponer arteramente a otro de los candidatos a la Presidencia de la República, se convirtió en una fiesta nacional, en una jornada cívica esplendorosa donde todos los actores, sincrorrealizados, al unísono, participaron de una manera impecable y ejemplar.

¡Lo celebro con el Alma!

¡Un nuevo horizonte de posibilidades significativas!

Con independencia de quién fuera el candidato de cada quien, estamos ante un gran triunfo de la democracia. Una elección limpia, pacífica y contundente. Se expresó la legítima e inconfundible voz del pueblo de México y todos, sin excepción, la respetamos. Este hecho inédito en nuestra historia contemporánea es digno de una magna celebración. Descubrimos con sorpresa a una nación madura cívicamente que acudió a las urnas de manera mayoritaria con orden y alegría, de buen talante y respetuosa, creando un clima agradable de expectación creciente, que se decantó de una manera rápida y certera, donde incluso los candidatos opositores y el mismo presidente actual, Enrique Peña Nieto, reconocieron de inmediato, con claridad y generosidad de espíritu, el triunfo de Andrés Manuel López Obrador. Algo inédito también que nos habla de una gran jornada electoral, fuera de serie.

Todo un triunfo también para el INE en la muy compleja y eficiente organización de esta magnífica fiesta democrática donde México fue capaz de exorcizar y trascender sus más turbios fantasmas históricos de violencia ciega y fanatismo.

Prevaleció el respeto irrestricto a la diferencia y se encontró la más genuina y legítima ruta de salida a este laberinto histórico de la transición presidencial.

El esplendoroso ejercicio ciudadano que hemos vivido, constituye nuestro más rutilante Hilo de Ariadna, un hilo conductor que nos ha permitido encontrar el camino de regreso a nuestro ser colectivo.

Esto es el esplendor de la democracia. El respeto a la diversidad de voces y a las mayorías, que son las más genuinas representantes de la voluntad popular, fue un logro trascendente. Un gran espejo colectivo de nuestro propio rostro como nación.

Independientemente de las preferencias individuales, este es el gran triunfo de todos. Ahora vendrá el muy arduo trabajo que hay que realizar de frente a la embestida implacable de la realidad cotidiana, para que no se descarrile la buena voluntad en un populismo nefasto y autodestructivo. Si lo logramos, entre todos, ya que ningún presidente puede lograrlo por sí mismo, el cambio será muy benéfico. Especialmente en los dos puntos centrales de su propuesta: acabar con la corrupción y la violencia que asuelan a nuestro país. Para esto se va a requerir de un compromiso nacional anticorrupción y una vigilancia y participación ciudadana en todos los niveles, con la máxima creatividad y compromiso.

Tenemos que aprovechar esta oportunidad histórica para transformar al país de una manera positiva y profunda, logrando un genuino estado de derecho que dé certidumbre a sus ciudadanos y permita la consecución de una nación más justa y tolerante, más libre y próspera, donde se cierre la brecha indigna e inhumana entre ricos y pobres, donde todo mundo, niños y ancianos, mujeres, hombres y jóvenes de todas las edades y condiciones, tengan derecho a la salud y a la educación y donde, por fin, logremos la convivencia armónica de las diferencias: sexuales, religiosas, raciales, políticas, culturales o económicas. Resulta indispensable y fundamental.

La nación marcó, en su reloj histórico, la hora indeleble de su propio renacimiento. Un parto luminoso y sin dolor.

Ojalá prevalezca la paz interna y la estabilidad social sin las cuales sería imposible este nuevo comienzo, del cual tú y yo y ella y todos formamos parte.

Comprométete a dar la mejor versión de tu propio ser a los demás, no es el momento de reticencias ni suspicacias. Es el momento de implementar la conciencia crítica y autocrítica de la manera más creativa y desparpajada y sumarse a esta magnífica oleada de buena voluntad que acaba de manifestarse de una manera elocuente. Resultó conmovedor escuchar a miles de voces reunidas en una sola voz en el marco esplendoroso del Zócalo capitalino. Con eso ganamos todos: gana México. Hazlo desde tu propio contexto cotidiano, no necesitas sumarte a ningún partido político, simplemente conviértete en un ciudadano ejemplar, en tu casa, en tu trabajo, en tu escuela, en la calle misma.

Recuerda la cita de Dostoiesvsky que hemos mencionado en otros artículos:

“Todos somos responsables de todo ante todos los demás”.

Los retos y las expectativas son inmensos, pero todos juntos, sumados en un mismo ideal de transformación, trascendiendo desde la raíz, las más arraigadas actitudes disfuncionales de agresión o resentimiento, de negligencia, racismo, violencia, deshonestidad o egoísmo, podemos alcanzar el objetivo. Todos debemos cambiar en lo individual para que cambie México, lo sabemos de sobra. Asume lo que te toca, día con día, y el milagro se habrá consumado. Se acabaron candidatos y diferencias partidistas, hoy solo queda el pueblo de México apoyándose a sí mismo, unos a otros. Y apoyando a su nuevo Presidente de la República y a su gobierno.

Dejemos atrás, cuanto antes, la noche oscura del alma por la que hemos transitado. Ha llegado la hora de la gran unidad nacional. Una espléndida Ruta de Salida.

Actuemos con la máxima confianza pero sin confiarnos, con el máximo entusiasmo pero sin bajar la guardia. Mantengámonos alertas y vigilantes, participativos, responsables, creando entre todos nuestra nueva realidad, nuestro presente inédito: nuestra nueva presencia mexicana.

La posibilidad está en tus manos.


Dr. Alfonso Ruiz Soto.
Fundador.
Semiología de la Vida Cotidiana.

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